Recopilación de texto de catálogo que han sido publicados
NUBE Museo Caraffa Cordoba Argentina 2011
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La nobleza del absurdo
por Marcela Lopez Sastre
La obra de Pablo Curutchet nos extraña ante lo que podríamos entender como: otra vez… la infancia. Pero no, no vamos hacia allí (por suerte). Su cinismo y sutil ironía que desarrolla desde los materiales “poco nobles” y los personajes “poco serios” en permanente riesgo de pasar el límite que divide lo tierno de lo bizarro, lo violento de lo amoroso, lo sucio y lo gracioso de lo morboso y feliz.
No sé si es posible descifrar desde que lugar nos habla, seguramente tampoco es necesario si afrontamos que todas estas categorías son imposibles o inexistentes fuera de los pre-conceptos que existen de la belleza, la felicidad, el amor, la infancia y tantos “grandes temas” que construyen al arte y a su historia como otro “gran tema” cimentado sobre una serie de prejuicios legitimados por el tiempo.
Y es esta posibilidad de instalarse en lo ambiguo la que enriquece su relato; Curutchet sin abrir preguntas nos llena de dudas y cuestionamientos respecto al arte, su nobleza, sus materiales y sus “temas”. Sin golpes bajos, ni excesos… sin dejar evidencia del ultraje, el sabor extraño nos queda dando vueltas y la nostalgia de ser niños (y de ser artistas, porque no…) se empaña de sombras, de malosentendidos embarrados por el halo del supuesto. Su capacidad crítica no se ejerce desde falsos intelectualismos, ni se complejiza abriendo heroicas batallas, simplemente propone un jardín, un gigante de cartón que asoma desde la oscuridad, un paisaje donde es posible no exigir coherencia, aboliendo la falsa moral y la nobleza
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“yo amo a los artista-etc.”
La aseveración de Ricardo Basbaum (San Pablo SP 1961) quien se denomina a sí mismo artista-etc.: artista-curador, artista-crítico, artista-gestor, docente y escultor, pintor, fotógrafo, etc. en simultáneo. Piezas paralelas de un proyecto que recorre las diversas zonas del arte. Basbaum conceptualiza una figura que emerge de la evidente complejización del contexto artístico actual: su juego de relaciones y las vinculaciones entre las instituciones simbólicas del mundo del arte.
Este perfil de artista enmarca perfectamente la práctica de Curutchet quien no solo produce su obra de manera continua sino que se ha desarrollado como editor, curador y gestor en diferentes proyectos. Junto a Agustina Pesci crearon Loba /producciones a través de la cual trabajan en la circulación, producción y experimentación de obra. Realizaron intervenciones urbanas como el “proyecto caja” y la obra “simpático”. Estuvieron al frente de la sala Real Visuales en el Teatro Real. Organizaron la residencia de artistas en la ciudad de las Artes y publicaron el libro, que también editaron a partir de la invitación a un grupo de artistas, el “Block de Dibujo”.
La obra de Curutchet es una exquisita ironía sobre el gusto, el éxito y el fracaso, desde donde pone en jaque los conceptos del arte, la nobleza y la infancia revirtiendo la nostalgia bucólica con su lenguaje ácido y ambiguo donde los personajes: insectos y robots gigantes , murciélagos sangrientos, chanchos atravesados por un hacha, entre algunos de su fauna, cuestionan al paisaje lúdico y precario hecho de cartones, telas e inflables.
Su producción de obra, en paralelo a la gestión de proyectos, atraviesa sus intereses como artista que experimenta diversas disciplinas, sin inmolarse ante definiciones taxativas, ni prácticas excluyentes o exclusivas. La complejizacion del mundo del arte actual conlleva la transformación de las prácticas artísticas. Los artistas actuales se diversifican en sus saberes generando un discurso personal construido sobre cruces, referencias y vinculaciones. Estas capacidades múltiples y paralelas, delimitadas por la necesidad de la obra, indefectiblemente produce prácticas particulares y la obra de Curutchet nos permite reflexionar sobre esta situación, que se repite en las diversas escenas del país. Loba/producciones como un tipo de espacio autogestionado responde a una escena donde las faltas y las ausencias movilizan a los artistas a producir su propio contexto positivo para la realización de sus obras. Haciendo parte de la obra al proceso de construcción, registro, difusión y circulación en el espacio artístico con el que se relaciona.
La autoria pierde el centro de escena, ya que se comprende que la obra no deviene de un momento iluminado de inspiración, sino que se construye por la transpiración en el campo y sus zonas diversas; como atravesando una geografía heterogénea el artista busca soportes adecuados, gestiona espacios y recursos, registra y reflexiona, critica e invita a otros artistas como parte del proceso creativo de la obra misma.
Charla miércoles 29 de Febrero a las 18:30 hs en el museo Carffa., se podrá hacer un recorrido con el artista Pablo Curutchet por su muestra Nube.
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Fantasías animadas
por José Heinz
Publicado originalmente en Ciudad X 19 (enero 2012) Córdoba, Argentina
Los personajes que asoman en las obras de Pablo Curutchet parecen sostenerse sobre una línea divisoria, imperceptible pero primordial, que separa el drama de la comedia, el sueño de la pesadilla, el paraíso del infierno. Personajes que nos resultan familiares –surgidos de cuentos infantiles, series animadas, videojuegos– pero en situaciones ajenas a su naturaleza, como la viñeta siguiente al remate o el backstage de la historia. Hay una ironía latente en la imagen de un cerdito que lleva un hacha atascada en su cabeza o en el aspaviento de un sapo.“Hay una tensión –admite Curutchet–. Es una mirada puesta en otro punto, los personajes están en una situación de conflicto en relación a algo.”Para la elección de sus criaturas, el artista asegura que la intención no es abordar la infancia como tema. El objetivo pasa más bien por redescubrir significados desde la actualidad, volver a ellos con intenciones encantadoramente anacrónicas. ¿De qué otra manera ver a un chancho, en medio del bosque, sosteniendo un teléfono celular en una de sus patas? “Tomo ciertos objetos de los dibujos animados o los cuentos para niños, pero no desde una idea de lo infantil, sino que me interesa ese lenguaje”, sostiene. “Es cierto que las imágenes provienen de allí, pero no tienen que ver necesariamente con una carga naif.”Por estos días y hasta fines de febrero, el artista presenta su muestra “Nube” en el Museo Emilio Caraffa. Ya desde el afiche de promoción se descubren algunas de sus características e intereses: el título aparece con una letra de fuente sencilla y gran tamaño sobre colores chillones, similar a los carteles callejeros que anuncian shows de agrupaciones tropicales. “Me gusta el uso del color que tienen esos afiches. Usan una técnica muy simple, algo muy casero. Hay poca información y bien destacada, para llamar la atención y que llegue el mensaje”, dice Curutchet.Pero por las esquinas del afiche también se pasean dos fantasmas amarillos, escapados de algún laberinto de una máquina de arcade, otra mirada hacia un pasado sin nostalgia. En esa misma línea, entre las obras expuestas hay una serie de imágenes en chapa ploteada (un conejo, una calavera, una tortuga) que dejan al desnudo sus píxeles, como si la intención hubiera sido ampliarlas hasta la exageración para establecer un juego de distancias.Tamaño y material son también términos fundamentales en “Nube”. El primero por la desmesura, el segundo por lo atípico. Así lo certifica la que acaso sea la obra más sugestiva y “expansiva” de la muestra: un chancho inflable de tela de cinco metros de altura. “El material me permitió generar algo veloz para una pieza de esta altura”, explica Curutchet. “En algunas obras anteriores utilizo el material como parte del lenguaje de lo que estoy hablando. En este caso, está relacionado a una cuestión de liviandad, de lo aéreo. Si tuviera que hacerlo de otro material, no podría desarrollarlo de esta forma, sería mucho más lento.”El yeso y la plastilina son otros materiales que conforman en el universo gráfico de la exposición. De la segunda está hecha una serie donde resalta un Bender con actitud desafiante. El robot de la serie Futurama–una especie de Homero Simpson hecho de acero y tuercas– le interesa a Curutchet porque presenta una torpeza graciosa, una provocación desactivada por la ridiculez. “Me gustan ese tipo de personajes, medio moqueros, que tienen un humor al límite de lo irónico y lo humorístico.”Una frontera que por un instante vuelve más humanos a los seres animados y más animados a los humanos. Como alguna vez dijo un director de cine con agudo sentido del humor, comedia es tragedia más tiempo.Texto escrito sobre la muestra «Nube» de Pablo Curutchet. Publicado originalmente en Ciudad X 19 (enero 2012)
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Nube
por Lic. Mariana Robles
La exposición de Pablo Curuchet en el Museo Caraffa dispone de grandes y pequeños muñecos en una sala amplia y extensa. Los muñecos gigantes, un chancho rosado y una araña negra, fueron realizados con un material liviano y rellenos con aire, inflados como dos globos de cumpleaños a punto de estallar. El cerdo se erige en dirección al cielo, la araña se arrastra en el piso. Ambos distantes y escalofriantes remiten a las visiones pesadillezcas de la fiebre, a la desmesura de lo real en un espacio que no les pertenece, a la obscenidad de las formas aumentadas en su medida habitual.
Los muñecos pequeños son versiones de las caricaturas infantiles, de las imágenes recurrentes de la literatura para niños, son sólidos y estáticos, guardines macizos de un secreto. El cerdo diminuto tiene un hacha que lo atraviesa; el ciempiés un helado; el robot, fumando, nos mira; el gatito sonríe; cada uno es un muestrario expresivo de las posibilidades gestuales de los rostros, imitan en sus cuerpos, animales o mecánicos, las mímicas de los humanos. Curuchet ha otorgado personalidad a cada una de sus creaciones, a sus Frankenstein rosados, negros y azules, y cada uno de ellos expone un rostro y un cuerpo particular.
Los rostros que reconocemos son aquellos, donde una gestualidad única quedó fijada, la gestualidad encarnada en cada rostro. Las corporalidades, la manera en que un cuerpo se desplaza y se mueve, el modo en que habita en un espacio, le otorga a cada sujeto un ser, una manera de encontrarse con los otros y con el mundo. Tendemos, todos nosotros, a fijarnos en un estilo, centrarnos en una personalidad, construir los recovecos de nuestra corporalidad.
Las caricaturas, los animales, las existencias holográficas se encuentran desplazadas, permanecen neutras, descolocadas, al margen de un sistema de referencias fijo, simplemente habitan el mundo, se desplazan por ahí y viven. Curuchet al otorgar rasgos gestuales a sus creaciones, las convierte en un grotesco de nuestra búsqueda desesperada por establecernos en el ser, en vez de movernos por él. Las transforma en el espejo invertido de los sueños de Alicia, por omisión de vitalidad y exceso de expresión realiza una operación alquímica donde lo inanimado brilla sobre lo animado.
Así todos los rostros, incluidos los nuestros, ocupan un lugar en el repertorio de las caricaturas. La mirada de los otros y nuestras propias fijaciones potencian en el rostro esta confluencia de ser alguien, un cerdo, un sapo, un elefante. Los personajes de Curuchet son híbridos gestuales de la comunidad humana que han proyectado sus leyes y normas sobre la esfera de lo animal y lo inanimado. La ubicación de sus esculturas en el espacio podría tener que ver con esta lógica del desplazamiento, que se puso en marcha en el espacio expositivo, el centro de la sala esta vacío, inhabitado.
La obra de Curuchet, no se impone como metáfora sino como espacio total y real donde las mismas configuraciones energéticas del caos lo ordenan todo, pero también lo desordenan, resultando una variante inesperada: el absurdo.
Entre los muñecos de la exposición Nube existe una comunicación, un destino común, un diálogo: oponerse mutuamente para desvanecer la verdad que sustenta una única versión de la vigilia. Nube podría ser algo así, como el universo posible donde la liviandad del no-ser se expresa libremente. En este lugar de pertenencia, el conjunto de personajes configura las coordenadas de un espacio desplazado, una dramaturgia invisible. El recuerdo de la infancia aparece como una utopía de una experiencia perdida, pero constantemente soñada y creada.
Lic. Mariana Robles
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LO MONUMENTAL EN EL CARTON Y EL ROSA
Hace algunos días, Pablo Curutchet me pidió escribir algo sobre un diálogo que mantuvimos en el patio del MEC, en ocasión de la inauguración de su muestra «Nube» en la sala 5 del museo.
La Charla que tuvimos se disparó a partir de una apreciación que hice sobre una de las piezas expuestas, el desmesurado chancho inflable de color rosa que distorsionaba la percepción de las dimensiones de la enorme sala 5 reduciendo a los espectadores a muñequitos de torta (Recuerdo que recorriendo la instalación «Nube» , caí en la cuenta de la gran cantidad de niños que suelen asistir a los eventos del Caraffa y que por lo general quedan invisibilizados en la marea de adultos. En este entorno, la gurisada era tan pequeña o grande como sus padres, manifestando alegremente que estaban al tanto de la magia que ocurría). Lo que esa noche le expresé a Curutchet fue que su obra, particularmente el chancho, eran monumentales. Cuando le vi la cara a Pablo supe que la cosa no quedaba allí, que esperaba que me extendiera, lo que me llevo a completar la idea incorporando también en la volteada al «hombre de cartón subiendo el puente sobre La Cañada»,( intervención efectuada hace unos años sobre el puente de Calle 27 de abril en su intersección con el arroyo La Cañada): «las obras eran monumentales, pero no eran monumentos». Ojos más grandes y gesto de «¡sigamos sigamos!»… y en mis manos el vaso plástico de fernet vacío… . Sobre ascuas ensaye una definición de monumento… Monumento es todo aquello indicado, construido , erigido, por un estado, nación, comunidad, grupo social, entidad o por un poder con potestad legitimadora para destacar, proteger y preservar en la memoria de la propia generación que lo produjo y de las futuras, a personas, hechos, valores, hitos históricos, producciones culturales o sitios naturales considerados valiosos y meritorios. De esta rápida e imprecisa definición podemos colegir que se puede ser o merecer un monumento. Nos vamos a centrar en esta última posibilidad, ya que este ha sido el campo en que se ha desenvuelto el monumento escultórico tradicional, que es en definitiva el que motiva este texto.
Generalizando, el monumento escultórico tradicional consta de una o varias piezas escultóricas de carácter estatuario (escultura conmemorativa), descansando sobre un basamento emplazado en el foco dramático de una explanada o plaza. Los recursos mas frecuentes para lograr destacar al monumento de un entorno son la escala (gran escala), la composición (principalmente la basada en las proporciones áureas), los materiales costosos y perdurables, y la arquitectura de soporte que encuentra como misión mediar, amortiguar la transición del contexto espacial cotidiano con el ónfalo de la obra, guiándonos a su clímax.
Entonces, ¿en donde radica la monumentalidad del chancho rosa y del hombre de cartón subiendo el puente de la cañada? En principio en la escala (gran escala). Son obras escultóricas evidentemente enormes. Esa escala las destaca «en» el entorno y esa es en si una gran diferencia con el monumento tradicional que busca destacarse «del» entorno. Las piezas de Pablo intervienen directamente el espacio sin intermediación.
La misma etimología del termino monumento nos da pie para avanzar sobre otro tópico. Monumento es una derivación del termino latino monumentum que se refiere al recuerdo y de allí a la memoria y a la problemática del tiempo. El monumento se manifiesta como una estrategia humana para vencer el sino existencial, la disolución entrópica, el olvido, la muerte. Mediante el artefacto monumento el hombre y sus hechos se lanzan hacia afuera y adelante, se juega a la posibilidad de eternidad. Esto es evidente en los materiales elegidos en su construcción: la piedra y metales de bajo índice de degradación. Y aquí nos encontramos con que tanto el chancho como el hombre de cartón nos hablan también del recuerdo, de la memoria, del tiempo, pero de una forma y con una intención totalmente distinta. Estas obras desmesuradas, evidentemente efímeras y de materialidad precaria nos cantan la canción de un tiempo hacia adentro, intimo, aparentemente frágil, de memoria de infancia. Y en la aparente fragilidad del recuerdo individual está su fuerza, ya que esa individualidad es en realidad un patrimonio colectivo. Quien se encuentre experimentando la obra, chivatea en el regalo de unos instantes de magia.
En definitiva podríamos habernos evitado todos estos devaneos diciendo que las obras son monumentales solo en escala, en todos sus otros aspectos son harina de otro costal. O no.
Theo Hepp, Mayo de 2012.
LO MONUMENTAL EN EL CARTON Y EL ROSA
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Autor: Paola De Senzi
Novedades (CBA), Recomendados
Museo Caraffa: provocadora muestra interdisciplinaria de Pablo Curuchet
Publicado el Viernes 23 diciembre, 2011
No hay límites para la realidad de un juguete, el tamaño real no existe. El oso rosado se erige más allá de los 2 metros de altura y es imposible imaginarlo en manos de un niño. Frente a él, se encuentra el mismo osito en tamaño muy pequeño y a la vez su imagen en óleo sobre tela.
Lo mismo sucede con tres enormes teléfonos, y otros elementos esparcidos en la sala 5 del Museo Emilio Caraffa de la ciudad de Córdoba, iluminada en tonos pasteles.
Allí, el artista Pablo Curuchet presenta la muestra multidisciplinaria Nube, que, hasta el 29 de febrero del 2012, se expone demostrando que los límites tradicionales entre la niñez y la adultez pueden desafiarse.
Los materiales con que Curuchet trabaja, son aquellos con los que alguna vez jugamos cuando éramos niños, como la plastilina, las pinturas, el cartón y el plástico.
Tal como lo expresa la invitación del museo sobre su obra, “el artista toma como punto de partida el mundo de los juguetes, pero sometido a una perturbadora deformación que le quita su inocencia aparente. Los bizarros muñecos de Curutchet ofrecen una macabra celebración en la que los gestos infantiles invierten los valores de los adultos, desafiando límites, dicotomías, géneros, prejuicios”.
Sobre una de las paredes de la sala, se destacan algunas apreciaciones de la curadora Marcela Lopez Sastre, que revelan impresiones interesantes:
“La obra de Pablo Curutchet nos extraña ante lo que podríamos entender como: otra vez… la infancia. Pero no, no vamos hacia allí … (por suerte) -o ¿sí?– Su cinismo y sutil ironía, que desarrolla desde los materiales “poco nobles” y los personajes “poco serios” en permanente riesgo de pasar el límite que divide lo tierno de lo bizarro, lo violento de lo amoroso, lo sucio y lo gracioso de lo morboso y feliz…”
La muestra, que inauguró el pasado jueves 15 de diciembre puede visitarse hasta el 29 de febrero de 2012 inclusive, en la sala 5 del Museo Caraffa. Avenida Poeta Lugones 411 Nueva Córdoba.
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Desde el jueves 15 de diciembre a las 20 hs, podrá verse la muestra de Pablo Curutchet, Nube en elMuseo Caraffa.
A fin de esbozar algunas líneas sobre esta muestra de Pablo Curutchet, vale la pena rescatar una idea del artista: que un juguete puede tener la misma dimensión simbólica que una obra de arte.
El cuerpo de imágenes de Nube, en sus distintos soportes, toma como punto de partida el mundo de los juguetes, pero sometido a una perturbadora deformación que le quita su inocencia aparente.
Los bizarros muñecos de Curutchet ofrecen una macabra celebración en la que los gestos infantiles invierten los valores de los adultos, desafiando límites, dicotomías, géneros, prejuicios.
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Aeiou
Respuesta: El subsuelo de la cañada tiene vida propia. Un día surgió un gigante de cartón: material noble contra el hambre y el frío…
El robot no llegó a pasear por la ciudad, no llegó a la legislatura ni a los museos; no llegó a la manzana jesuítica ni comió choripán frente al Patio Olmos… bueno, no visitó el circuito turístico del ómnibus inglés.
Pero al mirar y ser mirado por los ojos de los cordobeses, como en un espejo de los sueños, sigue trabajando en los túneles (¿de la memoria?) creando más vida en personajes de otro material lleno de oxígeno renovador, sumando a la mirada de amigos, colegas y otros nuevos espejos, el color de la reflexión.
Suben o salen a la despiadada calle, personajes tiernamente monstruosos, con música y color de carnaval agotado, cansados de tanta esperanza, para no tomar el subterráneo chino, más bien uno metafísico, pagando con una mirada en un espejo como agua, en el instante en que se diluye en la arena.
Pablo, con esa arena, recrea de nuevo el espejo-mirada. Gracias.
Rafael Reyeros
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. Pienso en la idea de un bosque de objetos. La materia, en la obra de Pablo, se desprende del pasado y se integra, simultáneamente, en nuestro presente en una galaxia animada. Los colores de las series de televisión que veíamos de chicos disparan hacia todas las direcciones posibles. Lo real se traduce en una serie de efectos personales que regresan a nuestro mundo como si hubiésemos hecho un viaje en el tiempo. Pero la metáfora del bosque y de la galaxia es sólo eso: una metáfora que nos sirve para pensar en algún recorrido, en que nos identificamos con Kōji piloteando a Mazinger Z o con Goku regresando al planeta tierra en una nube realizando escribiendo sus propias historias. Gerardo Oberto
La estación
Por un instante el planeta es una estación de servicio.
Me hablaron sobre su núcleo,
un corazón incandescente y amarillo
como la capa de Flash Gordon.
El auto necesita un cambio de aceite,
pero no nos detenemos.
Cruzamos el campo
igual a la tapa del disco de Led Zeppelín.
Pienso en una película de ciencia ficción
mientras en el horizonte
las naves espaciales
relampaguean distantes.
Marcelo Diaz
texto de catálogo